Isla del Sol, La Paz y el salar de Uyuni

Apenas llegué a Copacabana compré un tour para ir a la Isla del Sol y dormir una noche allá. Mientras hacía la fila me encontré con Trees y Sunny (su hijo), y después con Amber y Sarah. EN el barco pidieron voluntarios para que fueran en el techo y me ofrecí, conocíí también a un argentino (Paulo)  y decidimos al llegar a la parte sur de la isla buscar un hostal todos juntos para poder negociar un mejor precio (mientras más gente mejor). Durante la subida al hostal Paulo le tomó foto a unas niñas que después le pidieron cuatro bolivianos y no lo dejaban pasar a menos de que les pagara, abrazándose de sus piernas; él les dijo que no sabía e hizo como si hubiera borrado las fotos. La vista desde el hostal era expectacular, valió la pena la subida empinada a creo que tres mil y pico de metros de altura sobre el nivel del mar. Me convencieron las inglesas de ir a meternos en el lago Titicaca pero a Paulo no, se quedó afuera tomando fotos. Por la noche fuimos a buscar un lugar donde comer trucha y en el camino nos encontramos con una banda local que tocaba mientras caminaba, parando en cada tiendita a tomar cerveza. Al otro día, mientras que las inglesas se quedaron en la parte sur todo el día, Paulo y yo decidimos caminar desde la parte sur hasta la parte norte de la isla, tomar un barco de vuelta al sur, y volver a subir al hostal para agarrar las mochilas y devolvernos a Copacabana. En el camino a la parte norte, vimos un ‘peaje’ que tratamos de esquivar desviándonos del camino, pero nos vieron y nos tocó pagar. Llegamos a unas ruinas y después almorzamos, otra vez trucha, en la parte norte. Mientras esperábamos el barco que nos llevara nos sentamos a esperar en la orilla del lago mirándo a un cerdo que buscaba comida y parece que no le tenía miedo a nada, ya que se acercó a un grupo de peladas inglesas y francesas a comérsele la basura que tenían y un sombrero de paja. Me monté encima del cerdo. De vuelta a Copacabana el barco paró en unas islas flotantes pequeñas que estaban hechas distinto a las de Urus (éstas eran hechas con fin únicamente comercial), donde para bajarse había que pagar, sólo había una tienda que vendía comida y se bajaron dos personas por cinco minutos y se volvieron a subir.

De vuelta en Copacabana compré un tiquete para ir a La Paz y justo antes de salir, ví que las inglesas estaban alegando con la que vendía los tiquetes. Me bajé del bus para ayudarles, pero mientras hablábamos arrancó mi bus y me tocó correr detrás para alcanzarlo. En el bus había un grupo de niñas de un colegio que no hacían sino molestar y ‘echarme los perros’, jajaja. Jugaban algo que iba así, un grupo gritaba: “Llegó carta”, el otro decía: “¿De quién?”, luego: “De nosotras”, “¿Para quién?”, “Para el joven de atrás”, “¿Qué dice?”, y aquí empezaban a cantar una canción. Nos tocó después bajarnos del bus para montarnos a un bote y atravesár el lago mientras el bus lo atravesaba por un medio ferry. Mientras esperábamos el bus al otro lado unas pelaitas se tomaron la foto conmigo con sus cámaras de film. Al final del viaje estuve jugando con ellas el juego de cantar una canción que tuviera una palabra específica.

No había caído en cuenta que por querer llegar ese mismo día, había llegado a La Paz a las diez de la noche. Me tocó caminar por el centro una hora y media hasta encontrar un hostal porque todos estaban llenos. Cuando decidí ir a un hostal medio caro porque ya era muy tarde, me encontré con Guillaume y después de dejar mis cosas fuimos a tomar una cerveza a un bar donde estaban los otros dos franceses. Estuve averiguando para hacer la bajada en bicicleta por el camino de la muerte de Coroico a La Paz, pero me pareció caro y pensando en la Patagonia, decidí más bien gastar la plata en cosas para acampar (poncho, pipeta de gas, estufa pequeña que se adapta a la pipeta, set de ollas, platos y cubiertos). Me cambié de hostal a donde se estaba quedando uno de los franceses que era más retirado pero más barato. Fuí con los franceses a un mirador, pero al llegar allá vimos que había un clásico, partido entre Bolívar y The Strongest (los dos equipos de La Paz). Decidimos ir al estadio donde nos dijeron que faltando diez minutos para que terminara dejaban entrar gratis a todos. Esperámos, entramos y vimos los últimos minutos de un partidazo donde The Strongest iba ganando dos a uno pero al final Bolívar empató y hasta pudo ganar en el último minuto. Salimos a celebrar tomando unas cervezas al lado del estadio y Charles se compró una camiseta de no me acuerdo qué equipo. Al otro día caminando por ahí me encontré con otro francés y decidimos caminar por todos lados; fuimos a un mirador, varios parques y después cada uno se fué para su hostal. Fuí a comprar el tiquete de bus para ir a Uyuni y visitar el salar, y habiendo aprendido la lección de no tomar el más barato, averigué en una compañia que al preguntarme la preferencia de asiento le respondí que primero,  sea lejos del baño por si hay olor; segundo, si no hay asientos solos que fuera al lado de algún mochilero para poder preguntar y pedir consejos de viaje; y tercero, que si la del lado era mujer, mejor. Al día después en la terminal me senté a ver televisión, que estaban pasando una película de kung fu con fútbol y empecé a hablar con una pelada (Nadja) de Liechtenstein, un país muy pequeño entre Suiza y Austria; me sentí muy ignorante al no haberlo oído mencionar antes. Al subir al bus, me dí cuenta que me había tocado al lado de ella, hablamos durante el camino, me prestó un mini folleto de su país pa<ra conocerlo mejor y hacia el final del viaje decidimos buscar un hostal juntos en Uyuni.

Llegamos a Uyuni por la mañana y apenas encontramos el hostal me fuí a bañar y tomar una siesta. Cuando me levanté fuimos a averiguar tours al salar y encontramos uno que duraba 3 días y tenía la opción de devolverme a Uyuni o que me dejaran en la frontera con Chile y tomar una van que me dejara en San Pedro de Atacama. Yo decidí que me dejaran en Chile y Nadja vovlía a Uyuni para seguir de ahí a Salta (Argentina). Al otro día, me bañé pagando extra porque era un baño por noche de estadía y fuimos a esperar a que llegara el carro para el tour. Ahí conocimos a un par de ingleses (Adam y Pete), una Alemana (Sabina) y un koreano que no hablaba casi nada de inglés o español (Kim). El grupo se integró ahí mismo, molestando y hablando bobadas más que todo. Entre todos compramos un cable para poder conectar los mp3 players al radio del carro y Adam compró una bolsa gigante de dulces que a medida que los ibamos comiendo, las envolturas las ibamos poniendo dentro de una botella de plástico vacía de agua. Más tarde, éste iría a ser nuestro trofeo del viaje. No me sentí tan ignorante al darme cuenta que los ingleses tampoco sabían que Liechtenstein era un país sino que pensaban que era una ciudad o algo así. Le preguntaron a Nadja si había alguien famoso de su país y ella les respondió que el príncipe diciendo: “Prince”. De aquí en adelante por un buen rato estuvimos molestando con que Prince (el cantante) era de Liechtenstein y sobre el tamaño del país, diciendo que si todos queríamos ir a visitar no iban a tener suficiente espacio para nosotros, o que si uno iba de Suiza a Austria en carro y quería tomar una foto de su país, tenía que tomar la foto rápido como cuando uno se toma una foto brincando, contando hasta tres y tomándola. Fuimos al cementerio de trenes, al salar de Uyuni donde tomámos las típicas fotos donde uno se hace cerca y el otro bien lejos para que parezca un enano, almorzamos lo que nos prepararó el guía (Llama), visitamos una isla de cáctus y esa noche paramos en un hotel de sal junto con otro tour, que consistía de una pareja de argentinos, dos alemanas y una pelada no sé de donde con su papá. Aquí podíamos tener cuartos separados ya que éramos los únicos quedándonos ahí ese día. Por la noche cenamos, me molestaron por poner todo tipo de polvo en el agua caliente (café, leche y chocolate en polvo), fuimos a buscar una tienda donde los ingleses compraron cerveza (yo ya tenía) y volvimos al hotel a tomar, ver el cielo despejado  y hablar mierda. Me fuí a dormir más temprano que ellos poruqe supuestamente al otro día todos nos ibamos a levantar a las 5:30am para ver el amanecer y no creía que los ingleses y la alemana se fueran a levantar quedándose más tarde. Al otro día solo nuestro grupo se levantó para ir a ver el amanecer (Nadja, Sabina, Adam, Pete, Kim y yo); nadie del otro grupo que fueron a dormir temprano ni nuestro guía se levantaron. Llegamos caminando hasta la montaña del frente y estuvimos esperando como media hora para que amaneciera; Adam no aguantó las ganas de ir a cagar y se devolvió al hotel mientras nosotros seguimos esperando hasta que eventualmente salió el sol y pudimos tomar las fotos. En camino a la próxima parada, dejamos a las dos alemanas con otro tour que ya se estaba devolviendo porque una de ellas no se sentía bien, aunque Peter se veía mucho peor que ella, tosiéndo a cada rato, pero sí quería continuar con el tour. Se varó el carro e hice como si estuviera ayudando, sosteniendo el retrovisor mirando seriamente, hasta que me atacó el cráneo de una llama que me quería morder la cabeza. Fuimos a ver Flamingos, la laguna verde, el desierto de Dalí y finalmente llegamos a otro hotel donde sí nos toco a todos en un solo cuarto. Por la noche tomamos cerveza y vino mientras jugábamos el juego de cartas que había aprendido en Santa Marta cuando iba a la ciudad perdida (Mafia). Al otro día fuimos a los Géisers y nos dejaron a Sabina, Kim y a mí en la frontera con Chile, donde agarraríamos una van para seguir a San Pedro de Atacama. En el camino, tuvimos que llenar unos formularios para poder entrar y Kim, que no entendía nada, le mantuvo preguntando a Sabina qué era cada cosa y hasta insinuó si ella se lo podía llenar por él.

no images were found